ZIWA(4 / 09 / 2023) |
Por: Miquel À. Pérez-De-Gregorio i Capella
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Detalle del jardín del Precious Guesthouse de Entebbe El 4 de septiembre de 2023, sobre las 3 y algo de la madrugada, aterrizamos en el aeropuerto internacional de Entebbe. Esta ciudad, de algo más de 90.000 habitantes, se halla junto al lago Victoria, y muy cerca de la capital del país, Kampala. Una vez aterrizamos y pasamos el control de pasaportes (ya teníamos hecho y pagado el visado de entrada), salimos del aeropuerto y allí nos esperaba el que sería nuestro guía-conductor, Gilbert Baguma. A esas horas, algo cansados por el viaje, no había muchas ganas de hablar, así que en poco más de un cuarto de hora, llegamos a nuestro hotel: el Precious Guesthouse. Se trata de un alojamiento sencillo, aunque correcto, que lo mejor que tiene es su cercanía al aeropuerto, a un centro comercial, y al fantástico Jardín Botánico de Entebbe. En cualquier caso, a esas horas, solo nos apetecía descansar un poco y ducharnos, que a eso de las 8'30 h, Gilbert nos iba a recoger para empezar la ruta. Desayunamos en el hotel, y desde su comedor al aire libre, podemos apreciar lo verde que se ve todo, y anotamos las primeras aves: ibis hadada, marabúes, y hasta un precioso martín pescador. Gilbert llega puntual. Cargamos las maletas y salimos para nuestro primer destino: el Ziwa Rhino Sanctuary. Se trata de una reserva privada a unos 170 km al norte de Kampala, que se fundó en 2005 para reintroducir a los rinocerontes blancos en Uganda, en donde fueron exringuidos durante la dictadura de Idi Amin. A pesar de ser un centro privado, cuenta con el apoyo y la colaboración de la UWA (Uganda Wildlife Authority). De los 6 rinocerontes blancos que había en 2006, se hallegado en la actualidad a tener 33 ejemplares. Nada más salir de Entebbe, pasando por las afueras de Kampala, vemos el trajín clásico de las carreteras africanas que tanto recordábamos, con bicicletas, coches, motos, personas, animales, etc., y con innumerables mercadillos de todo tipo. Gilbert nos da la fantástica noticia de que tendremos wifi en el 4 x 4, y podemos comunicar a familia y amigos que hemos comenzado la aventura. Una vez en Ziwa, tras registrarnos en su entrada, formamos un pequeño grupo y salimos de safari a pie para observar de cerca a estos gigantes, cuarto animal terrestre más grande, tras las tres especies de elefantes. La reserva de Ziwa tiene esa peculiariedad, que los safaris se realizan a pie, acompañados siempre de un ranger armado, aunque los rinocerontes son bastante tranquilos. En la reserva, además, pueden verse diversos antílopes, facoceros, etc., y se han censado unas 300 especies de aves, entre ellas, el "famoso" picozapato.
Ejemplar de rinoceronte blanco (Ceratotherium simum), en la reserva de Ziwa
Anna a pocos metros del grupo de rinocerontes blancos, durante su siesta
En esta imagen se ve perfectamente los típicos labios anchos y rectos que caracterizan a esta especie, y que lo diferrencia del rinoceronte negro (Diceros bicornis)
Tras la caminata, y aunque está algo nublado, hace algo de calor. Sin duda porque estaba cerca una tormenta. De hecho, llegamos justo al centro de visitantes, cuando empezó el chaparrón, por lo que tuvimos bastante suerte de que no nos pillara en la sabana. Comimos en el propio Ziwa, muy bien, por cierto, y tras la comida, emprendimos camino hacia la ciudad de Gulu, en donde íbamos a pernoctar en nuestro largo periplo hacia Kidepo. De Ziwa a Gulu, hay unos 175 km, que pasan bordeando el P. N. de las Murchison Falls. En dicha ruta cruzamos el llamado Nilo Victoria, desde donde vimos las cataratas de Karuma, con el río lleno y a toda potencia. La ciudad de Gulu es la capital del distrito del mismo nombre, y cuenta con unos 160.000 habitantes. La idea era dormir allí, ya que el camino de Ziwa a Kidepo en un solo día hubiera sido agotador. Estamos en África, y 175 km no se hacen en dos horas, sino en cuatro o cinco. En Gulu nos hospedamos en el African Roots, un alojamiento muy correcto, y con un buen restaurante: el Akiida, con platos internacionales y locales.
Imagen de las Karuma Falls, en el río Nilo Victoria, en nuestra ruta hacia la ciudad de Gulu, y en donde vimos los primeros babuinos (Papio anubis)
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