ESCAPADA a TROMSØ

 

(del 25-02 al 1-03-2022)

 

 

 

 

 

Vista panorámica desde la playa de Sommarøy, un verdadero paraíso salvaje

 

Hay cosas en la vida en que nunca puedes olvidar la primera vez. La primera vez que ves una ballena, un tigre salvaje o una aurora boreal. Esa primera vez, raramente es superable, pero uno siempre sueña con repetir la experiencia. El verano de 2017 tuvimos la suerte de ver por primara vez una aurora boreal en Islandia. Es una sensación difícil de describir. Los últimos meses, nuestro hijo Oriol estuvo estudiando en Tampere (Finlandia) y tuvo la ocasión de ver auroras boreales, tanto en el mismo Tampere, como en una escapada que hizo al norte, a Rovanievi, en la región de Laponia. Las imágenes que nos iba mandando te hacían poner los dientes largos....

El día de Reyes siempre cae alguna sorpresa. Yo siempre estoy pensando en viajes y escapadas, pero esta vez fue toda una sorpresa. Tras los regalos más o menos esperados, en mi par de zapatos había un sobre, y dentro, una tarjeta que decía "vale para un viaje a Tromsø a ver auroras". Desde ese momento, te entra un cosquilleo en todo el cuerpo y empiezas a buscar fechas, consultar pronósticos del tiempo, de lunas y de auroras. Marzo es un mes ideal. Los días se alargan y el tiempo es algo mejor, con las nieves yendo ya a la baja. En nuestro caso, escogimos finales de febrero. Un poco coincidiendo con mi cumpleaños (el 22.02) y también motivado por el calendario laboral. Esta vez, iríamos Anna y yo solos.

Tromsø es conocida como "la capital de las auroras", y hoy en día es un importamte centro turístico, tanto en verano, como en invierno. Capital de la provincia de Troms y Finnmark, cuenta con unos 73 mil habitantes. El municipio de Tromsø aglutina una gran cantidad de distritos fuera de los límites de la ciudad, y su territorio está integrado por una parte continental y numerosas islas, varias de ellas deshabitadas. Tromsø es una ciudad cosmopolita y un importante centro comercial y cultural, con importantes festivales a lo largo de todo el año. Es sede de la Universidad de Tromsø, que atrae una población flotante de varios miles de estudiantes, lo que incrementa la población hasta una cifra de 75 mil personas en algunas épocas del año. Es también sede episcopal de la Iglesia de Noruega. Su desarrollo inicial estuvo fundamentado en la pesca, que fue el detonante de su meteórico crecimiento desde el siglo XIX. Es la ciudad de más de 50 mil habitantes más boreal del mundo.

De nuevo en esta ocasión recurrimos a nuestro agente de viajes de confianza, Max Luria, de Viajes Gorongeti, para que nos organizase los vuelos, alquiler de coche y el alojamiento. Como siempre, todo genial. La compañía aérea escogida en esta ocasión fue Norwegian, a la ida (vía Oslo), y Finnair, para la vuelta (vía Helsinki). El trayecto de Tromsø a Helsinki, lo hicimos con la compañía Widerøe. Se trata de una compañía noruega que hace ese vuelo con un Bombardier Q de hélices, que aunque es un avión pequeño, tiene más espacio entre asientos que muchos de los grandes.

En esta ocasión, alquilamos coche. Ya decía que nuestra idea era ver auroras. Para ello, hay tres maneras principales: 1) intentar verlas desde la misma ciudad; 2) contratar una excursión; 3) ir por tu cuenta a la caza de auroras en coche de alquiler. Sin duda, la opción más "segura" es la 2a, pero también es la más cara. Las excursiones están entre los 100 y los 200 €, dependiendo de las empresas, número de personas, lo lejos que se vaya..., pero en definitiva, con un solo día de excursión, ya nos salía más caro que el propio alquiler del coche por todos los días, teniendo en cuenta además, que queríamos salir también de día, por lo que optamos por la 3a opción. Esta conlleva varias cosas: prepararse un poco los itinerarios, leer y releer decenas de crónicas, foros, etc., sobre las experiencias de otros viajeros, para poder planear a priori los lugares donde ir de noche, pero sobre todo, ser muy consciente de lo que representa conducir por carreteras nevadas y/o heladas, y además de noche, con muy poca luz. Yo no tenía mucha experiencia en ese tipo de conducción, aunque tengo un Jeep Renegade trailhawk y he conducido todoterrenos por algunos países de Africa y de América. La conclusión es ¿puede hacerse? Sí, por supuesto. No es nada del otro mundo. Eso sí, hay que ser muy prudente y paciente. Nada de correr. Que los noruegos te pitan porque vas como una tortuga, pues ni caso.... Ja, ja, ja.

Para el coche, escogimos la cia Hertz. Más que nada, porque era la única que nos ofrecía el tipo de coche que queríamos y con la oficina abierta hasta las 23 h., en el mismo aeropuerto de Tromso, apenas a 5 km del hotel. Los precios, como todo en Noruega, no son caros, sino carísimos. Los 4x4, prohibitivos. Cuatro días te podía salir por mil y pico euros. Sin embargo, el que escogimos, salía por un poco más que un coche pequeño. Yo estoy acostumbrado a un coche alto, automático, por lo que el coche reservado fue un Toyota RAV4 hybrid, equipado con todos los adelantos actuales, y por supuesto con ruedas de invierno (obligatorio por ley en esa zona), y que se comportó de maravilla. Ni un solo patinazo.

 

Nuestro coche durante el viaje

 

 

De las opciones que nos ofreció Max, optamos por el hotel Scandic Ishavshotel, en pleno puerto de Tromsø. La experiencia con el Scandic de Helsinki había sido muy buena, por lo que no lo dudamos. Además, como íbamos los dos solos, podíamos permitirnos escoger una habitación superior con vistas al fiordo: impresionante. Sin duda lo mejor del alojamiento. Se trata de un hotel moderno, sin lujos, con una ubicación excelente, y con un desayuno muy bueno. Sin llegar a lo extraordinario del de Helsinki, pero muy completo y de calidad. Muy recomendable. Sin duda no es una opción de las más baratas, pero la relación calidad/precio es excelente, y solo por la ubicación y las vistas desde la habitación, ya vale la pena el "esfuerzo". Cuenta además con plazas de parking en el exterior (muy pocas). No es barato (25 €/día), pero teniendo en cuenta que en Tromsø no se puede aparcar gratis prácticamente en ningún sitio, y lo estricto de las normas de tráfico, vale la pena reservarlo.

 

Viernes 25 de febrero. El viernes salimos de Girona hacia el aeropuerto del Prat de Llobregat. Como siempre, usamos los servicios de aparca & go, en su servicio premium, que te permite ir hasta la terminal, y ellos se encargan de llevarse el coche y traértelo a la vuelta. En esta ocasión, al volar con compañías distintas a la ida y a la vuelta, salimos de la T1 y regresamos por la T2. Llegamos con tiempo de sobras y comimos un bocadillo. A eso de las 17'30 aterrizábamos en el aeropuerto de Oslo, muy lujoso y moderno. Mientras esperábamos el vuelo para Tromsø, comprobamos cómo son los precios noruegos. La conversión coronas a euros es fácil. Se divide por 10 y listo. Compramos un hot-dog y unos yogures, y embarcamos para Tromsø. El vuelo dura un par de horas, y yo, que suelo coger siempre pasillo, cogí ventanilla. ¿Por qué? Pues la razón es clara. Ya es de noche, y aunque difícil, había la posibilidad de empezar a ver auroras. Con las luces de cabina encendidas, imposible, pero como al aterrizar las apagan... Como 20 minutos antes de aterrizar, me preparo. Me cubro con ropa oscura para evitar reflejos, y oteo el horizonte. La luz del ala del avión molesta un poco, pero no renuncio. Apagan las luces y la cosa se torna mucho mejor. De repente, veo una nube blanca alargada. Mi experiencia no es que sea mucha, pero después de leer tantas cosas, la vigilo. De pronto, desaparece. Está claro que no era una nube.... Sigo mirando, y ya muy cerca de Tromsø, vuelve a aparecer. Ni corto ni perezoso, apoyo mi móvil en la ventanilla y disparo. Miro el resultado y..........

 

Premio !!!!

Mi primera aurora desde un avión y primera del viaje

(aunque, a la postre, fue la única....).

 

Revoluciono un poco al avión y pienso: buen comienzo ! Aterrizamos y empieza la aventura. El aeropuerto de Tromso es muy pequeño y no bajamos con los fingers, sino por la típica escalera de siempre. No es que haga demasiado frío, pero el primer contacto siempre impresiona. Todo blanco por doquier. Aunque sí tenemos puesto un buen anorak, llevamos ropa normal, de viajar en avión, y yo voy con bambas. El suelo está nevado, pero llegamos a la terminal sin percances.... Las maletas tardan un poco en salir (solo hay una cinta), y tras recogerlas, vamos al mostrador de Hertz. No hay mucha cola, pero ya son cerca de las 23 h. Los trámites van rápidos. Me dan la llave y me indican que, saliendo, a unos 150-200 metros, en el parking nº 5, está el coche. Salimos del aeropuerto y nos topamos con la noche ártica de lleno. Los 150-200 metros parecen eternos con la ropa y el calzado que llevamos. Vemos unos montones de nieve, con lo que se supone coches debajo.... Ja, ja, ja. ¿Cuál será el nuestro? Le doy a la llave y unas lucecitas bajo la nieve nos lo indican. Le doy de nuevo a la llave para abrir el maletero (automático), y nada, no se abre. Intento con las puertas, y tampoco. Está todo congelado !! Al final, usando la fuerza bruta, logramos abrir las puertas y meter las maletas en los asientos traseros. En el suelo del coche hay un cepillo y una especie de cuadradro de plástico. Deducimos para qué sirven y empezamos a quitar nieve de todo el coche. Bajo la nieve, hay hielo en los cristales. Pongo en marcha el motor y la calefacción, y con el cuadrado ese voy quitando hielo. Los retrovisores eléctricos están igualmente congelados. Uno me va bien. El otro, a mano... Instalo mi móvil en el coche y ya tenemos el googlemaps, spotify, etc., en nuestro coche, y en castellano. Ya podemos salir. La operación ha durado más de media hora. Salimos y está todo blanco. Son cerca de las 23'30 h., y el día ha sido intenso, así que vemos que empezar a buscar auroras sería demasiado, y vamos directamente al hotel, donde nos alojamos sobre la media noche. El personal, encantador. Bajamos maletas, aparco el coche (sobre el hielo) y vamos para la habitación. Qué vistas !! Anna deshace un poco el equipaje, mientras yo echo un vistazo al cielo (por si acaso). Toca irse a dormir.

 

 

Aspecto exterior de la parte trasera del Scandic Ishavshotel

 

 

 

Anna en nuestra habitación, la noche de nuestra llegada

 

 

La impresionante vista desde la ventana de nuestra habitación. Abajo, el parking con nuestro coche por ahí....

 

 

Vista captada con el zoom del barrio que teníamos en frente de nuestro ventanal en el hotel

 

 

Sábado 26 de febrero. Dormimos bastante bien, y a eso de las 7'30 h. corro la cortina y......... Bienvenidos al norte !! Está cayendo una nevada que apenas se ve nada a dos metros... Miro abajo y veo el coche medio tapado.... Tranquilos. En Tromsø el tiempo puede ser malo, muy malo o horrible... Ja, ja, ja. Nos duchamos, nos vestimos, y a ver si el desayuno es como lo describen los viajeros en los foros. Lo primero que nos llama la atención, es que en Noruega, nadie lleva mascarilla. Y no solo en exteriores, sino en interiores y hasta en el mismísimo avión, lo que nos sirve para detectar la presencia de posibles españoles... Ja, ja, ja. Sí que hacen turnos para desayunar, pero la verdad, como en casi todo en los países escandinavos, no hay ningún control, y la gente baja a desayunar cuando quiere. El desayuno, realmente, genial. Panes de todas clases, huevos de varias formas, embutidos, salmón ahumado (qué salmón !!), fruta, cereales, surtido de quesos, yogures, zumos,.... Sabiendo los precios de las comidas, aprovechamos el desayuno a tope. Nos sentamos en una mesa al lado de las ventanas que dan al puerto. Poco a poco, para de nevar y hasta se ven claros en el cielo. La aventura no es para cobardes, así que planeamos la excursión de la mañana.

Mi idea era no solo explorar la zona, sino también ir mirando sitios para intentar ver las auroras por la noche. Nuestro destino era la isla de Sommarøy, a unos 60 km del hotel. A esta isla se va tras cruzar el puente de Tromsø, y a través de la isla de Kvaløya, uno de los mejores sitios del Mundo para ver auroras boreales. Nada más salir del hotel, vemos que el tráfico no es el de la noche anterior, pero tampoco es que sea muy denso. Es sábado. El cielo amenaza nieve o lluvia, o las dos cosas, pero de momento, parece que nos da un respiro. Salimos de la ciudad y cogemos la carretera Fylkesvei 862. Mientras salimos, comprobamos que los noruegos están más acostumbrados que nosotros a conducir sobre nieve/hielo, y mientras vamos a 40-60 km/h, ellos nos sobrepasan a toda pastilla, y nos llevamos más de un pitido. Tranquilidad. Nosotros, a lo nuestro... Cruzamos el puente Sandnessundbrua y ya estamos en la zona de Kvaløysletta. Vemos gente haciendo footing o paseando el perro, sobre la nieve, como si nada... Efectivamente, es sábado. En el pueblo de Eidkjosen, parece que la influencia de la capital desaparece, y cada vez hay menos coches y poblaciones. Llegamos al pueblecito de Kaldfjord, con su precioso fiordo, y desde ese momento, pararíamos a casa paso. El paisaje es espectacular, y aunque el cielo está gris plomizo, la belleza del entorno es estremecedora. En otras circunstancias, y sin parar, 60 km no nos costaría más de una hora, pero entre el estado de la carretera y la imperiosa necesidad de contemplarlo todo, tardamos casi dos horas en llegar a nuestro destino. Atravesamos fiordos, bosques, puertos de montaña. En ocasiones, prácticamente solos, o como mucho, con algún otro turista aventurero. Tras pasar el cruce que lleva a la remota Tromvik, y pasando por Nordfjordbotn, tras cruzar el puente de Sommarøybrua, llegamos a nuestro destino. El pueblo pesquero de Sommarøy abarca a la isla de Hillesøya y otros islotes más pequeños. Tiene una superficie de 0,36 km² y una población de 318 habitantes. Un remanso de paz y de belleza. En 2019 hubo una campaña de marketing por la que se hizo creer a todos que esta población abolía completamente los horarios, y se declaraba único lugar del Mundo sin reloj. La verdad es que la campaña funcionó y situó a esta islita en el Mundo. Fuera de anécdotas, se trata de un lugar idílico, un escenario único para ver auroras. Sin duda un lugar a tener en cuenta para otra ocasión. Tras pasear por la isla un rato, bien abrigados, y tocar las aguas del frío ártico, decidimos entrar a tomar algo en la cabaña de Anne-Grete Jensen, que abría a las 12 h., y que, al final, fue nuestro lugar de comida. Se trata de un pequeño local, decorado con gusto, que sirve bebidas calientes y comida rápida a una relación calidad/precio muy aceptable para ser Noruega. Además, salvo el lujoso hotel de la isla, no hay otra opción más.

Tras reponer energías, decidimos regresar a Tromsø, pero por otra ruta. Hay que tener en cuenta que a eso de las 16'45 h. se hacía de noche. Esta ruta, por el sur de la isla de Kvaløya, es más larga. Unos 75 km hasta el hotel. Menos espectacular que la otra, pero también preciosa, bordeando el fiordo y pasando por algunos pequeños asentamientos con las típicas casas coloreadas de rojo, amarillo, rosa.... A la altura de Straumsgård, empieza a hacer un viento espantoso, que levanta la nieve acumulada a ambos lados de la carretera, y nos envía la misma hacia el coche, con algunos momentos de escasa visibilidad. En esos casos, es mejor parar y esperar que mejore la cosa, pero como tampoco queremos que nos sorprenda la noche, continuamos muy despacio. Poco después, vemos un par de coches de turistas parados con los cuatro intermitentes puestos. Pensamos que habría habido un accidente, pero entre la ventisca veo que están haciendo fotos a algo que está en el bosque. Bajo la ventanilla y me fijo bien y...... sorpresa !!! Una preciosa hembra de alce con su cría ya crecida están comiendo la corteza de unos abedules. Qué suerte ! No es nada fácil en esas condiciones ver a este gigante salvaje, y tan cerca de la carretera. Tras unas fotos rápidas, regresamos a la ciudad y vamos al hotel a descansar.

 

De camino a Sommarøy. ¿ Dónde está la carretera ? Ja, ja, ja

 

 

La belleza de los fiordos de esta zona, con sus casitas de colores, es como para parar a cada instante

 

 

 

Anna disfrutando de lo lindo

 

 

 

A pesar de lo gris del cielo, hay rincones de gran belleza fotográfica

 

 

 

A cada paso te encuentras rincones como este

 

 

Pura Naturaleza en vivo

 

 

 

La impresionante playa de Sommarøy, con aguas frías, pero cristalinas.

 

 

 

Detalle de bacalao secándose en una de las casas de Sommarøy

 

 

 

Un grupo de gaviotas (Larus marinus & L. argentatus) en un islote frente a la costa de Sommarøy

 

 

 

Bajo uno de los puentes de Sommarøy, tengo la suerte de contemplar tres o cuatro ejemplares de arao aliblanco (Cepphus grylle)

 

 

 

 

Señal típica de las carreteras de esta parte del Mundo ¿Será premonitorio?

 

 

 

Aspecto de la carretera con el inicio de la ventisca

 

 

 

Por el camino, junto a la carretera, nos encontramos con este enigmático cementerio

 

 

 

Un ejemplar cercano de gavión atlántico (Larus marinus)

 

 

La sorpresa del día. No vimos auroras, pero esto no tiene precio. Una hembra de alce (Alces alces) con su cría ya mayorcita, comiendo cortezas de los abedules, y a escasos metros de la carretera. Sin duda, mucha suerte.

 

 

Ya en la habitación, miramos todas las webs sobre el tiempo y las auroras, y comprobamos que la noche no estaba para aventuras, ni siquiera yendo muy lejos. En 100 km a la redonda, la previsión era de lluvia y cielos 100 % tapados. Resignados, aprovechamos que en la ciudad el fuerte viento ha parado la llegada de la lluvia, y salimos a dar una vuelta por el centro y a cenar. Como el tiempo ha provocado que se anulasen las excrusiones organizadas, todos los restaurantes están llenos. Al final, entramos en el Pepe's pizza, y encontramos mesa. Se trata de un local joven donde una enorme pizza de jamón y champiñones, para los dos, nos sale por unos 25 €, más 10 € por las dos bebidas. Al salir, el fuerte viento no da pie para muchos paseos, así que para el hotel y a ver una película.

 

Vista y aspecto de la arteria principal de Tromsø: la calle Storgata

 

 

 

Anna junto al famoso quiosco modernista de color amarillo, semejante a los de cualquier calle del mismísimo París. Se trata del Raketten (cohete), aunque su nombre original es Lokkekiosken (1911). Aún se mantiene en pie a pesar de haber vivido dos incendios. En realidad, es un bar, y posiblemente el bar más pequeño del mundo.

 

 

 

Tras el Raketten, en una noche de luz misteriosa, aparece la iglesia de Nuestra Señora, la iglesia católica de la ciudad.

Mantiene un exterior llamativo que no ha sufrido cambios en casi dos siglos.

 

 

 

La plaza del Mercado, Stortorget, es un buen punto para visitar tanto la parte sur del casco antiguo como la zona del puerto. En esta pequeña plaza encontramos la estatua de Fangstmonument – Arctic Hunter –, en honor a los balleneros que perdieron la vida en el ártico. La imagen muestra un pescador en su bote cazando con un arpón

 

 

 

Domingo 27 de febrero. Este día ya lo teníamos reservado para quedarnos en Tromsø y visitar sus varias atracciones. Además, a media noche, me levanto al baño y veo que las previsiones no han fallado. Llueve a cántaros ! Aunque hay muchas tiendas cerradas y los museos abren algo más tarde, fue una buena decisión quedarse en la ciudad. Me explico. Si la nieve tiene sus problemas, la lluvia es peor. Al "limpiar" la capa superficial de la nieve, aparecen las capas de hielo, y la mayor parte de las calles de Tromsø se convierten en una pista de patinaje. Mientras nos vestimos, vemos por nuestra ventana cómo de difícil lo tienen los turistas que intentan pasar andando por la zona del puerto. Los más precavidos se han traido grampones de quita y pon, pero tienen que quitárselos cada vez que entran en un sitio. Decidimos cogernos las cosas con calma y bajar a desayunar, uno de los momentos álgidos de cada día de nuestra estancia. Por suerte, parece que deja de llover, aunque a ratos se tapa, caen algunas volvas de nieve o lloviznea. Nos pertrechamos de nuevo y salimos a la calle.

En Tromsø hay muchas cosas que ver, pero nuestro primer destino será el Museo Polar, que los domingos abre a las 11 h. Está en una zona donde se hallan las casas más antiguas de la ciudad, destacando Skansen, una antigua fortaleza del s. XIII. Ni que decir que llegar nos cuesta casi media hora, y eso que está tan solo a 800-900 metros del hotel. Este pequeño museo recrea las expediciones árticas y la caza y la pesca en el Ártico. Se encuentra en una antigua casa de aduanas junto a un muelle construido en 1830. También hay una sala dedicada a Roald Amundsen y sus expediciones polares, así como a otros exploradores como Umberto Nobile o Fritjof Nansen. La entrada cuesta unos 5 €, y la verdad es que vale mucho la pena. Nos gustó mucho.

 

Skansen, la construcción más antigua de Tromsø

 

 

Aspecto de la casa y monumento de Roal Amundsen

 

 

 

Uno de los dioramas del museo polar, donde se recrea la vida de los pioneros del ártico

 

 

 

Diferentes pieles de foca, comercio muy importante en los tiempos antiguos y que provocó que la civilización se abriera paso en la zona

 

 

 

Recreación de las antiguas trampas para cazar osos polares. Como lo que interesaba eran las pieles, la trampa hacía que al tirar de la comida, se disparase una escopeta oculta al otro lado, que aunque destrozaba la cara del animal, permitía provechar el resto, sin riesgo alguno para el cazador. Afortunadamente, se prohibió por su crueldad. En la actualidad, el oso polar es una especie protegida

 

 

 

Detalle de una parte de la exposición dedicada al mítico Roal Amundsen, con sus ropas y aperos

 

Tras la visita, el siguiente destino era Polaria, un acuario de fauna ártica que está a un km y medio andando, y tal como estaban las calles, tardaríamos un buen rato ! Tomamos la ruta que pasa por la arteria principal de la ciudad, la calle Storgata, en donde al menos han limpiado bastante de hielo la acera, y podemos andar más tranquilos. Aparte de las tiendas, bares y restaurantes, hay una parada obligatoria: la catedral de Tromso, de 1861. Presume de ser la catedral protestante situada más al norte, y también de ser la única, en toda Noruega, construída íntegramente en madera. Entramos y vemos a unas señoras vestidas de época, que sirven café y bollos a la gente que entra. Seguimos ruta, y con cierta dificultad por el hielo, llegamos al Polaria.

El Polaria es el acuario más septentrional del mundo. Abrió sus puertas en mayo de 1998, y está diseñado para ser una experiencia educativa, con especial énfasis en las exhibiciones para los niños. La mayoría de lo presentado se centra en las islas del norte de Svalbard. Hay un cine panorámico con dos películas, una sobre las Svalbard y otra sobre las auroras boreales. También está el área "Camino ártico" que contiene equipos de exploración polar, animales de peluche y permafrost simulado. El acuario convencional muestra la vida marina local, así como tanques abiertos que contienen animales costeros, peces bebé y otros objetos expuestos a los niños. La atracción principal es la instalación de las focas barbudas. La entrada cuesta unos 20 €, y hay un bar, una tienda y un pequeño restaurante. Dejando aparte polémicas sobre los animales en cautividad, la verdad es que nos pareció una visita interesante.

Tras la visita, una pequeña parada en el Ølhallen, el pub o taberna más famosa de Tromsø y la más antigua (1928), y en donde sirven más de 50 clases de cerveza diferentes. Sin embargo, vamos a comer a otro sitio. Esta vez entramos en el Egon, un local moderno, de ambiente juvenil, en la propia calle Storgata. Es como una especie de VIP's, pero noruego. Barato no es, ni tampoco nada del otro mundo, pero el ambiente es bueno y la decoración también. Tras la comida, pensamos en subir al funicular Fjellheisen, una de las atracciones de la ciudad, pero nos dicen que han cerrado por el viento y el riesgo de aludes. Por ello, dando un paseo, regresamos al hotel y antes de disfrutar de la habitación y sus vistas, entramos en un café cercano. El Smørtorget es un local precioso. Decorado como una tienda vintage, es en realidad una casa convertida en café. Está llena de parejas y grupos de jóvenes y el ambiente es muy agradable. Pedimos unos capuccino's y unas tartas, y pasamos un rato de lo más agradable, y además, a un precio bastante normal.

Ya en la habitación, mi móvil Samsung se entiende a las mil maravillas con la TV de la habitación, también Samsung, y podemos disfrutar de las películas de Movistar + a toda pantalla. Además, es domingo, y a las 21 h., queremos ver el Barça - Athletic de Bilbao. Día redondo. Antes del partido, salimos cerca del hotel a buscar unos hot-dog's, unas bebidas y unos yogures, ya que en Tromsø abundan estas tiendas donde venden bebidas, fruta, bollos y bocadillos, junto con revistas y objetos varios para los turistas. Es la única manera de no arruinarse comiendo.... A medida que avanza la noche, comprobamos que las previsiones no eran erróneas. El cielo está muy tapado, y de vez en cuando, o nieva o caen cuatro gotas.

 

 

En la calle Skippergata, hay una placita preciosa con una estatua de una mujer y una niña corriendo, de gran belleza

 

 

 

Imagen de la colorista catedral protestante de Tromsø

 

 

 

Una de las focas de Polaria, en su piscina

 

 

 

Anna junto a la puerta de la taberna ølhallen, donde antiguamente se reunían a beber balleneros, tramperos, pescadores y cazadores

 

 

Lunes 28 de febrero. Hoy nos levantamos algo más pronto y vemos, con felicidad, algo que parece ser un trozo azul de cielo. Aunque parezca mentira, la lluvia ha parado y parece que el viento también. Bajamos a desayunar y vamos pensando en el plan del día. El desayuno, como siempre, fantástico. Viendo la previsión del tiempo, nos decidimos a ir al municipio de Balsfjord, en una isla cercana a la que se llega por un tunel submarino. En esa zona se encuentra el Malangen Brygger Resort, un lujoso hotel del que dicen es un sitio ideal para ver auroras, así que decidimos ir hasta allí para ver esa otra parte, alicionados por el que parece ser buen tiempo. Desde nuestro hotel son unos 74 km, por la vía más rápida, y queremos regresar por la carretera secundaria que bordea el fiordo de Malangen. Son 72 km, pero por una carretera menos transitada. A diferencia de la ruta hacia Sommarøy, aquí a penas veremos turistas, por lo que también la conducción será más tranquila y relajada. O al menos es lo que pensamos. La realidad es que menos transitada, significa con más nieve/hielo, pero a la postre, no tuvimos percance alguno. El Toyota se comportó de maravilla. Al haber menos gente, también vemos más fauna, sobre todo aves: pigargos, eiders, ánades reales, gaviotas, etc. La ruta es muy bella, y a cada paso dan ganas de parar para hacer fotos. Llegados al Malangen, tiene muy buen aspecto, pero su parking está tan congelado, que decidimos no jugarnos una caída y seguimos camino.

 

De camino a Balsfjord, vemos el Sol por primera vez en nuestro viaje

 

 

Una hembra de éider (Somateria mollissima) seca sus alas en el fiordo de Malangen

 

Las casitas tradicionales, con musgo en el techo, hacen que tengamos ganas de parar a hacer fotos a cada momento

 

 

Otro aspecto del fiordo, con una sensación de calma total

 

 

Un precioso ejemplar de pigargo o águila marina (Haliaeetus albicilla).

Lástima de no llevar un objetivo más potente

 

 

Un grupo de éiders (Somateria mollissima), con tres machos (los de tonos blancos) y un buen número de hembras

 

 

En las zonas más umbrías.........

 

 

El Sol nos duró poco, pero ayudó a conseguir estampas como esta

 

 

 

Aspecto de una de las cordilleras rocosas que rodean el fiordo de Malangen

 

 

Otro detalle de la cordillera, en un paisaje abrumador y solitario

 

 

Una vez de vuelta a Tromsø, decidimos ir a visitar el moderno Centro comercial Jekta, en los alrededores del aeropuerto. Lo primero, es comer, que ya es tarde. No hay demasiado donde escoger, por lo que optamos por ir al Egon. Esta vez (es nuestro último día) decidimos comer algo mejor. Yo, un solomillo con guarnición, y Anna un lomo de salmón con guarnición. Pedimos unas colas-zero y todo está muy bien. Eso sí, un plato y una bebida cada uno, y pagamos cerca de 80 €. Esto es Noruega !! Tras la comida, damos un paseo. No hay turistas. Solo gente local, la mayoría joven. Entramos en el supermercado, pero en seguida nos damos cuenta que nada que ver con las tiendas que habíamos visto en Helsinki. Solo tienen productos frescos y bebidas. Casi nada en bolsa o en lata. Total, que salimos sin comprar nada y regresamos al centro, que ya es de noche.

Antes de ir al hotel, y viendo que el tiempo vuelve a ser malo, decidimos ir con el coche a ver de cerca la Catedral del Ártico, uno de los sitios emblemáticos de Tromsø. Ya estamos en la hora que no se paga por aparcar, pero como tampoco tenemos intención de entrar dentro, hacemos una pequeña parada para foto, y punto. La distintiva figura de este moderno templo se inspira en la forma de un iceberg y de una casa sami. El papa Juan Pablo II durmió allí en su visita a Tromsø en 1989. Aunque se la conoce con este sobrenombre, su nombre real es iglesia de Tromsdalen. No es una catedral, sino una iglesia parroquial. En su interior se celebran conciertos de órgano, tanto en verano como en invierno. Estas sesiones son conocidas como "conciertos del sol de medianoche" y "conciertos de auroras boreales", con un horario fijo a las 23 h., todas las semanas de jueves a domingo. La pena es que en ese momento no se celebraban a causa del COVID.

Hasta ahora, no habíamos cruzado el famoso puente de Tromsø (Tromsøbrua, en noruego), que mucha gente cruza a pie, sobre todo en verano. Tras la parada, regresamos de nuevo por el puente y, antes de ir al hotel, decido llevar a Anna a ver la Iglesia de Elverhøy, una preciosa iglesia de color rojo, construída en madera en 1.803. Está en un barrio algo alejado del centro, sobre una colina. Es casi de noche y está todo helado y nevado, lo que realza aún más la silueta de la iglesia, en un entorno de cuento. No hay absolutamente nadie, y entramos unos minutos a disrutar de la paz del lugar. Tras la visita, regresamos al hotel sobre las 17.30 h., ya plena noche en Tromsø.

 

Nuestra comida en el Egon

 

 

 

El puente de Tromsø que conduce a la llamada Catedral del Ártico

 

 

 

Anna en la puerta de la Iglesia de Elverhøy

 

 

 

A eso de las 20 h., ya estábamos de nuevo en la calle. Era nuestra última noche, por lo que habíamos reservado en un restaurante que tenía muy buenas críticas: el Pastafabrikken, un local que, como su nombre indica, se especializa en pasta al estilo italiano. Nosotros, que en octubre de 2021 habíamos estado en Sicilina, temíamos un poco que la cosa no estuviera demasiado bien, pero la verdad, las dos pastas que pedimos: una carbonara y una gorgonzola, estaban muy bien. Eso sí, esto es Noruega, y los platos salen a 17-18 € cada uno..... En cualquier caso, muy recomendable, y además está a cuatro pasos de nuestro hotel. Salimos de cenar y vemos un señor con la cámara apuntando al cielo. Entran los nervios pero comprobamos que no está viendo nada.... Veo una estrella, entre las luces de los hoteles del puerto, y pienso si siendo la última noche, habría que intentarlo. De nuevo miro previsiones y son pésimas, con alta cobertura de nubes, toda la noche. Decidimos que, al fin y al cabo, lo hemos pasado muy bien, y eso nos dará la escusa para volver el año próximo. Aquí mismo, a las Lofoten, o a la Laponia finlandesa....

 

Las coloridas casas del puerto de Tromsø, frente al hotel Radisson Blue

 

 

 

Martes 1 de marzo. Llegó el momento de partir. Maletas preparadas. Bajamos al "último desayuno" y hacemos el check out. El personal del hotel, amabilísimo. Cargamos el coche y salimos dirección aeropuerto. Antes, llenamos el depósito de gasolina, para devolverlo como lo cogimos. No llega a medio depósito y nos cuesta 50 €. Esto es Noruega ! Devolvemos la llave en el local de Herzt y facturamos equipaje. Por cierto, es la primera vez que facturamos en una terminal y salimos por otra. El vuelo es con la compañía Widerøe y tengo ventanilla. En 2 horas y 20 minutos aterrizamos en Helsinki, aeropuerto que ya conocemos del pasado diciembre de 2021. Damos un paseo para estirar piernas y vemos que los precios finlandeses, sin ser baratos, son más parecidos a los de España. Comemos en uno de los locales con mesas y vistas a las pistas, y tras 4 horitas más, aterrizamos en el Prat. Recogemos el coche de la gente de aparca & go que nos lo trae a la puerta de salidas de la terminal T2, y para casa.

 

 

Nuestro avión de hélices que nos llevó a Helsinki, de regreso

 

 

 

Tras pasar unas semanas desde la vuelta, puedo decir que fue una escapada intensa y muy disfrutada. Ni Anna ni yo hemos sido nunca de nieve, de esquiar y eso, pero la experiencia ha sido excelente. Solo vimos una aurora boreal, y desde el avión, pero eso nos "obliga" a pensar en repetir, ya sea Tromsø, Sommarøy, las Lofoten o...., quién sabe !

 

 

Un selfie desde la playa de Sømmaroy, donde aunque parezca mentira, la gente se baña en verano !

 

 

Hasta la próxima !!!

 

 

 

Las imágenes de esta crónica han sido realizadas con estos equipos:

Nikon D500 & Nikon 18-300 mm, Samsung S21 y Samsung S8

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