VIAJE A LA REPÚBLICA CHECA

(del 22 al 29-8-2019)

 

 

 

 

 

Anna en el famoso puente de Carlos, en la capital de Bohemia, Praga, al atardecer

 

Veintinueve años es mucho tiempo. Es el tiempo que hacía que habíamos visitado Praga por primera vez. Fue en septiembre de 1990, en un viaje de grupo, con mis padres y mi hermana. En aquél entonces, Praga era la capital de Checoslovaquia. El llamado Telón de Acero acababa de caer, tan solo un año después del llamado picnic panaeuropeo. En las calles de Praga se oían canciones de libertad, y un tanque, volcado con pintadas a favor de la libertad y la paz, adornaba la Plaza de San Venceslao. En las tiendas apenas había nada que comprar....

Este verano de 2019, teníamos en mente hacer un mini viaje de una semana por algún lugar de Europa. Tras descartar otras opciones, decidimos regresar al corazón del viejo continente. Estábamos seguros de que, treinta años después, veríamos un cambio radical. Y así fue. Praga es ahora la capital de la República Checa (ya separada de Eslovaquia), y se ha convertido en una ciudad cosmopolita, repleta de turistas (quizás, demasiado), y con todos los servicios y posibilidades de una gran ciudad moderna. Evidentemente, conserva sus tesoros artísticos y monumentales.

Pero, en esta ocasión, además de Praga, teníamos ganas de conocer algo más de este país, básicamente la región de Bohemia. Y además, no solo íbamos a "repetir" Anna y yo, sino que nos acompañaba nuestro hijo Miquel Àngel, que siempre es una garantía para entendernos en inglés, más en un país donde el checo es muy difícil de aprender y, sobre todo, de pronunciar. En esta ocasión, contactamos con la agencia barcelonesa especializada en fly & drive: viajeauto. Todo salió muy bien, así que la recomendamos. Tras perfilar la ruta, esta quedó configurada con 4 noches de ruta por el país, y tres noches en Praga. El coche de alquiler, de la empresa Europcar, fue un Skoda Scala, un nuevo modelo que se comportó de maravilla. Automático, de gasolina, aguantó los 800 km con solo 3/4 de depósito. Cómodo y ágil, con todos los complementos de un coche actual.

 

Mapa de la ruta realizada, con regreso y final en Praga. Unos 800 km en total

 

Jueves 22 de agosto, salimos de Girona hacia el aeropuerto del Prat, donde a las 14.40 h. salía nuestro vuelo de la Czech Airlines que, en unas dos horas y poco más, aterrizaba en Praga. Recogemos maletas y nos dirigimos a las instalciones de Europcar. Decir que el aeropuerto de Praga (Vaclav Havel) es muy moderno, limpio y muy bien indicado. Tras solucionar algunos problemillas con el alquiler del coche (más por la "rigidez" del carácter checo que por otra cosa), salimos del aeropuerto en dirección a nuestro primer destino: la ciudad de Kutná Hora, patrimonio de la UNESCO. Por el camino (una hora y media) ya pudimos ver que se trata de un país bastante llano, muy verde. Incluso vimos un grupo de ciervos en un prado. Las carreteras, en general, muy cuidadas, incluso las secundarias.

En Kutná Hora nos alojamos en el hotel U Varhanare, con una ubicación más que excelente, a escasos metros de la catedral. Son las 20 h., asi que solo nos da tiempo a dejar las maletas y salir a cenar. Esto es la República Checa, y aquí los horarios no son los de España, así que sacamos coronas checas de un cajero, damos un pequeño paseo por su centro histórico, y entramos a cenar al restaurante Dacicky, en el que habíamos reservado una mesa, por si acaso. Sin embargo, a pesar de ser un jueves de agosto, se ve poco movimiento, y los clientes son locales. El restaurante está decorado a la antigua, aunque nos ofrecen el patio exterior. No hace calor, pero para ellos es verano. Nuestra primera cena checa fue con platos tradicionales, aunque se trata de una cocina fuerte y pesada. No estuvo mal, pero tampoco nada especial. Paseo de regreso y a dormir, que el viernes teníamos un día apretado....

 

Nuestro Skoda Scala

 

Fachada de nuestro hotel en Kutná Hora y aspecto de la habitación de Miquel Àngel jr.

 

 

Preciosa fuente gótica en el centro histórico de Kutná Hora

 

 

Viernes 23 de agosto, tras desayunar (muy bien) en el hotel, a las 9 en punto estamos en la puerta de la catedral de Sta. Bárbara, una de las iglesias góticas más importantes de centro europa, y de gran belleza. Fue declarada monumento patrimonio de la Humanidad en 1995. Kutná Hora tuvo su mayor desarrollo en el s. XIII, gracias a las cercanas minas de plata, llegando a rivalizar con la ciudad de Praga. Más tarde, la Guerra de los 30 años y varias epidemias de peste, acabaron con su esplendor. Además de la catedral, destaca su centro histórico, en el que sobresale la torre de 85 metros de altura de la iglesia de San Jacobo, del s. XV

Algo alejada del centro, en el barrio de Sedlec, se halla la capilla de Todos los Santos. Por ello, tras la visita de la catedral, hicimos el check out del hotel, cargamos el coche, y nos dirigimos hacia esta capilla, conocida por su peculiar osario. Este osario contiene aproximadamente 40.000 esqueletos humanos, colocados artísticamente para formar la decoración y el mobiliario de la capilla. El lugar tiene algo de morboso, pero eso sí, es algo único en el mundo y su visita merece la pena.

 

Nada más salir por la puerta de nuestro hotel, un precioso paseo peatonal, adornado con estatuas de santos, nos conduce a la iglesia de Santa Bárbara, que nos recibe con un día radiante

 

 

Vista del ala este de la iglesia de Sta. Bárbara

 

 

Nave principal de la iglesia de Santa Bárbara

 

 

Detalle del interior de la iglesia que deja ver los contrafuertes que le han dado el nombre de Catedral, sin serlo

 

 

Iglesia de San Jacobo

 

 

La decoración del osario de Sedlec es, como mínimo, sorprendente

 

 

Detalle de una de las custodias de la capilla

 

 

Escudo de armas de los Schwarzenberg, propietarios de la capilla en el s. XIX

 

 

Tras la visita, tomamos la ruta hacia el pueblo de Telc, a poco más de 100 km hacia el sur de Kutná Hora. Siendo exactos, la población de Telc no está en Bohemia, sino ya en Moravia. Sin embargo, de todas las posibilidades de visita en ruta escogí esta, ya que me pareció un pueblo digno de visitarse. La ruta se nos hace tranquila y el paisaje, fantástico. Además, Miquel jr. me va guiando cogiendo a menudo carreteras menos transitadas y más bellas. Sobre las 11.30 h. llegamos a Telc, ciudad patrimonio de la Humanidad desde 1992. Aparcamos cerca del centro y en un corto paseo llegamos a su magnífica Plaza Mayor, repleta de coloridos edificios renancentistas, hoy en día, muchos de ellos, tiendas de recuerdos, artesanía, hoteles, bares o restaurantes. Hay turistas, pero se respira tranquilidad. Destacan algunas casas con exterior esgrafiado, de gran belleza. Paseamos un rato, hacemos unas cuantas fotos y nos quedamos a comer. Tras algunas dudas, decidimos dar un respiro a la cocina checa y comemos algo ligero en el restaurante Amigo, con comida mexicano-norteamericana. Correcto. Tras la comida, seguimos ruta. Decidimos no parar en la ciudad de Ceské Budejovice, de algo más de 100.000 habitantes, con mucho tráfico alrededor. Conocida también por su nombre alemán Budweis, es la sede de la famosa cerveza checa Budweiser Budvar, además de una importante ciudad universitaria. En lugar de ello, decidimos ir hasta el pueblo de Holasovice, a poco más de 100 km de Telc, una vez pasado Ceské Budejovice. Ya dije que este viernes era un día muy apretado, y por ello era imposible verlo todo....

Holašovice es un pueblecito perdido, como surgido de la nada, y con una peculiar historia. Aunque sus orígenes se remontan al s. XIII, entre los s. XVI y XIX se convirtió en un enclave de lengua alemana, aunque no llegó nunca a superar los 200 habitantes. Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de habitantes de origen alemán se fueron, quedando prácticamente abandonado hasta la década de los 90 del s. XX. Fue declarado patrimonio de la Humanidad en 1998 y cuenta con unos 150 habitantes. Muy cerca está la zona protegida del bosque de Blansky, con abundante fauna. En los alrededores del pueblo, hay una curiosidad muy visitada, conocida como el Stonehenge de Holašovice. Se trata de una reproducción del cromlech inglés, realizada por un artista local. El lugar es curioso, y el paseo es muy agradable. Tras tomar algo en una de las famosas casas del pueblo, de estilo llamado "barroco rural", cogemos de nuevo el coche y vamos hasta nuestro próximo destino: Cesky Krumlov, a unos 25 km de Holašovice.

 

Vista general de la Plaza Mayor de Telc

 

 

Detalle de una ventana de una de las casas esgrafiadas

 

 

Anna frente a las casas típicas de la Plaza Mayor de Telc

 

 

Una de las casitas de cuento del pueblo de Holasovice

 

 

Anna en el paraje con la reproducción de Stonehenge

 

A eso de las 18 h. llegamos a Cesky Krumlov. En seguida sabremos tres cosas: dicen que es el pueblo más bonito de la República Checa (de acuerdo); aquí sí que hay turistas; y todo el centro o casco histórico es peatonal. Intentamos dejar el coche lo más cerca posible de nuestro hotel, pero aún así, aparcamos lejos, con lo que hubo que "arrastrar" las maletas por medio pueblo medieval... Y digo arrastrar, porque las calles son adoquinadas y no están pensadas para las ruedecitas de las maletas al uso... Una vez superado ese trance, llegamos a nuestro hotel, con una ubicación inmejorable, en la orilla del río Moldava, justo antes del puente de Lazebnický. Nuestro hotel se llama Dvořák, en honor al compositor romántico. Nos instalamos, descansamos un poco, paseamos por los alrededores y nos disponemos a cenar. En nuestro paseo, topamos con un resturante vietnamita que tiene muy buena pinta, el My Saigon, y no lo dudamos ni un momento. Será una de las mejores cenas de nuestro viaje. Tras la cena, regreso al hotel y a descansar, que al día siguiente teníamos otra intensa jornada.

 

Aspecto exterior del hotel Dvorák

 

 

 

La habitación de Miquel jr. en el hotel Dvorák

 

 

Vista desde la ventana de nuestra habitación en el hotel Dvorák, con el castillo de Cesky Krumlov al fondo

 

 

 

Anna posando en el balcón de la ciudad, desde el que hay una vista magnífica de la zona del barrio de Latrán y el castillo

 

 

Mi cena en el My Saigon: Pho Ga. Delicioso !

 

 

Sábado 24 de agosto, tras desayunar bien en el hotel Dvorák, nos informan de que el check out es, como máximo, a las 11 h., así que no podemos perder tiempo y nos encaminamos a visitar el Castillo de Cesky Krumlov y el barrio de Latrán. Cesky Krumlov es una pequeña ciudad de unos 13.000 habitantes, patrimonio de la Humanidad desde 1992. Y no es para menos. Sus callejuelas, sus plazas, sus casas, son de una belleza impresionante. Diríase que nos hallamos ante una maqueta o un estudio de cine construido ad hoc. De hecho, y a pesar de su delicadeza, sus calles fueron escenario de la película de terror "Hostel", de Eli Roth & Quentin Tarantino. Su núcleo antiguo se halla en un meandro del río Moldava, que lo rodea como una lengua, pero su buque insignia es su famoso castillo (s. XIII), que cuenta con uno de los mejor conservados teatros barrocos del mundo, así como museos y estancias, y unos jardines bellísimos. Es el segundo más grande después del de Praga. Hay que hacer una aclaración. Cuando se habla en la República Checa de "castillos", nos estamos refiriendo más a fortalezas o (como diríamos aquí), palacios fortificados. Nada que ver con los castillos ibéricos. En todo caso, cumplían su función y, para ello, suelen estar situados en lugares altos, de difícil acceso, para fastidio -hoy en día- de los turistas que los visitamos. Y encima hay que subir a sus torres ! con sus escaleras empinadas y estrechas, y todo ello con el calor del mes de agosto. ¿Vale la pena el esfuerzo? La verdad que sí. Las vistas son impresionantes, y la empinada subida hacia los jardines del castillo, vale la pena. Sus "jardines", en realidad, bosques, con hayas, robles, carpes y nogales, rezumaban humedad, y allí pudimos ver muchas aves y bastantes setas, a diferencia de la sequía que habíamos dejado en nuestra Girona..... En el foso del castillo, viven unos osos pardos, que aunque con espacio y bien cuidados, siempre da algo de pena verlos privados de libertad. Bajando del castillo, paseo rápido por al barrio de Latrán, al pie del mismo, con sus callejuelas, tiendas de artesanía, etc. Sin duda la visita a Cesky Krumlov fue de lo mejor del viaje.

 

Vista general de Cesky Krumlov desde la torre del castillo

 

 

Dos de los osos pardos (Ursus arctos) que viven en el foso del castillo

 

 

Anna en uno de los patios del castillo, bajo una ventana ricamente decorada

 

 

 

Una mesa de los salones del castillo, a punto para el banquete

 

 

Detalle de una de las celdas del "museo de la tortura" del castillo

 

 

Dettalle de los bosques de los "jardines" del castillo, con variada fauna y flora

 

 

 

Unas carboneras o "llores" (Russula cyanoxantha), que abundaban en esos "jardines"

 

 

 

Anna y Miquel jr., en el barrio de Latrán, bajando del castillo

 

 

 

Retrato de músico callejero, en el puente sobre el río Moldava

 

Ya son la 11 y tenemos que hacer el check out. Esta vez, solo arrastramos las maletas una calle, hasta la plaza, y dejamos a Anna allí con ellas, mientras Miquel y yo vamos a por el coche. Otra paliza, no, y comprobamos que, si es para "carga y descarga", nos dejan pasar por la zona peatonal. Nos despedimos de Cesky Krumlov con cariño, y nos dirigimos hacia el norte. Nuestro primer destino será la ciudad de Písek. Esta ciudad, a unos 75 km de Cesky Krumlov, cuenta con unos 30.000 habitantes y está en Bohemia meridional. Se trata de una ciudad tranquila, en donde su mayor atractivo es el puente gótico de piedra sobre el río Otava, que es el más antiguo de la República Checa, y si no el más, uno de los más antiguos de Europa central. Aparcamos cerca y lo cruzamos, viendo los carteles que nos recuerdan las inundaciones del 2002, que dañaron el puente de forma considerable, aunque en la actualidad está completamente restaurado. Está decorado con varias estatuas de estilo gótico. Nos pilla la hora de comer y vemos que nuestra primera opción está muy llena, por lo que buscamos otra alternativa y, de paso, paseamos por esta ciudad. De esta manera, llegamos al restaurante del hotel Biograf, ambientado en el cine clásico checo, donde comimos muy bien, aunque con un servicio extremadamente lento....

 

Anna con el puente de Písek al fondo

 

 

Plaza de la República, en Písek

 

 

Tras la comida, regresamos al coche y en 85 km llegamos a nuestro nuevo destino, la ciudad de Plzen o Pilsen. Capital de la región del mismo nombre, es una ciudad moderna, de unos 170.000 habitantes, con algunos monumentos de interés, pero conocida, por encima de todo, por su mundialmente famosa cerveza. Así, la marca Pilsen Urquell, acabó dando nombre a este tipo de cerveza: la pilsener. Mucha gente lo ignora, pero el país mayor consumidor de cerveza del mundo, no es Alemania (como algunos piensan), sino la República Checa. También sería injusto decir que Pilsen es solo la cerveza. También es la sede de la marca Skoda, un referente en locomoción y maquinaria checas, y la ciudad del equipo de futbol Victoria, que ha tenido relevancia europea los últimos años. Por otro lado, su Plaza de la República, con su catedral de San Bartolomé (ahora cerrada por reformas) y sus casas señoriales y palacetes, merecen la pena. Otra singularidad de esta ciudad, es que en ella está la Sinagoga más grande de Chequia, la segunda de Europa y la tercera del mundo. En Pilsen nos alojaremos en el hotel que, a la postre, fue el mejor de todo el viaje: el Courtyard Marriott, moderno y excelentemente situado. Además, nos indicaron un parking publico cercano (a 50 m), donde dejar el coche toda la noche no llegó ni a 2 €. Tras instalarnos, fuimos antes que nada (lo malo de los horarios checos !! - cerraban a las 18 h.) a ver el museo de la cerveza. Se trata de un simpático museo en el que se explica la historia de esta bebida, desde la atigüedad hasta nuestros días. Además, con la visita, te regalan una cerveza Pilsen Urquell gratis, en el restaurante bar cercano, el Na Parkanu. Miquel jr. está cansado y regresa al hotel. Anna y yo también, pero damos un pequeño paseo por la Plaza de la República, tranquila y vistosa, solo alterada por el paso de los tranvías. Regresamos al hotel a descansar hasta la hora de cenar, ya que la habitación es muy cómoda y se sintoniza la TVE Internacional, con lo que nos ponemos al día de la actualidad. A la hora de cenar, como ya comimos cocina checa al mediodía, pasamos de Na Parkanu, y sugiero ir al restaurante Rango, muy cercano a la Plaza. Se trata de un local elegante, con un comedor de piedra, en el sótano, precioso, donde se sirve comida italiana de calidad. Cenamos de maravilla. Uno de los mejores días. Tras la cena, pequeño paseo y para el hotel, donde nos encontramos la sorpresa de la celebración de una boda entre un sevillano y una checa. Ya me extrañaba a mi que en Pilsen se oyera cantar el himno del Sevilla F.C., sin que hubiera partido !! Ja, ja, ja

 

Fachada del hotel Courtyard Marriott, en Pilsen

 

 

La habitación de Miquel jr., en el Marriott

 

 

Entrada al museo histórico de la cerveza, en Pilsen

 

 

 

Detalle del museo histórico de la cerveza

 

 

 

Plaza de la República, Pilsen

 

 

 

Catedral de San Bartolomé, en Pilsen

 

 

Domingo 25 de agosto. Este iba a ser un día fantástico y muy bien aprovechado. Tras desayunar de maravilla en el Marriott de Pilsen y pagar los apenas 2 € por el parking, nos dirigimos hacia el pueblecito de Loket, a unos 80 km al noroeste de Pilsen. El último tramo atraviesa el bosque de Slavkov, una zona verde, poco alterada por el hombre, con frondosos bosques de píceas, abedules y pinos rojos. Es domingo, y tras el quinto o sexto coche aparcado en el bosque, comprobamos que los checos también son aficionados a coger setas. En poco más de una hora, llegamos a un pequeño puerto sinuoso y, a nuestra derecha, aparece la silueta del pueblecito de Loket. De a penas 3.000 habitantes, este pueblo toma el nombre la palabra "codo", por la forma que le otorga al rodearlo el río Ohre, afluente del Elba. Todo el pueblo es monumento nacional, en el que destaca su castillo gótico del s. XII. Además de su belleza natural y su patrimonio histórico, este pueblo es conocido por haber servido de plató en algunas de las escenas de la película "Casino Royale" (2006), de la serie de James Bond. Aparcamos nuestro Skoda en la plaza, casi en el mismo sitio en donde 007 aparcó su Aston Martin, y nos encaminamos hacia el castillo, visitando sus salas y subiendo a la torre. Sin duda, uno de los pueblos con más encanto de Chequia.

 

Anna encaminándose a la puerta del castillo de Loket

 

 

Aspecto de la plaza del mercado de Loket

 

 

Vista general del pueblo desde las afueras

 

 

Tras la visita y tomar una bebida, seguimos camino hacia nuestro próximo destino: Karlovy Vary. Esta ciudad balneario, se halla a unos 14 km de Loket, en la confluencia de los ríos Ohre y Tepla. Fue fundada en el s. XIV por el emperador Carlos IV, al que se debe su nombre. Históricamente famosa por sus fuentes termales (13 fuentes principales y unos cientos más pequeñas) y el río Teplá, también de aguas calientes, tuvo su mayor esplendor en el s. XIX, cuando varios personajes ilustres la visitaban por las propiedades curativas de sus aguas. La arquitectura de la parte histórica es impresionante y muy rica, denotando un pasado resplandeciente. Otra de las referencias de la ciudad es que es la sede donde se creó la Becherovka, una bebida alcohólica amarga, a base de hierbas, y muy popular, de 38º. Como pasaba con Loket, la ciudad de Karlovy Vary también sirvió de plató para la película de 007 "Casino Royale", especialmente su famoso y elegante hotel Pupp. En la actualidad cuenta con unos 55.000 habitantes.

A Karlovy Vary acudieron personajes como Goethe, Dvorak, Karl Marx, Freud, Tolstoi, Beethoven, Bach, etc., y más recientemente, famosos como los hermanos Coen, Oliver Stone, John Travolta, Isabelle Huppert, Morgan Freeman o John Malkovich, muchos de los cuales se alojaron en el hotel Pupp, en donde tienen su placa en el suelo de la plazoleta de la entrada principal.

En Karlovy Vary nos alojamos en el hotel Kavalerie, en la calle Masaryka, de nuevo peatonal, con lo que tuvimos que buscar un parking cercano, y en el hotel nos dieron un vale descuento. Es un hotel de 3 estrellas, sencillo, en el que lo mejor es el desayuno, pero que tiene dos inconvenientes. Uno, principalmente en verano, no cuenta con aire acondicionado. El segundo, y más si te pasa como a nosotros, no tiene ascensor, y nos tocaron habitaciones en el 5º piso ! Aunque en el fondo el sitio es correcto, no lo recomiendo por lo dicho, además de que está a 2 km a pie del hotel Pupp, para situarnos...

Una vez instalados, con esto de los horarios checos, nos damos cuenta que es tarde y salimos a comer. Pasamos de los restaurantes cercanos, más de tipo comida rápida o internacionales, y aunque estamos bastante cansados, hacemos algo más de 2 km para llegar al restaurante del hotel Embassy. Algo exhautos, por la caminata y por la hora, entramos en el local, bellamente decorado, y muy tranquilo, para hacer una de las mejores comidas checas del viaje. Es algo más caro que otros locales, pero la comida y el local, lo valen. Tras la comida, regresamos por nuestros pasos a lo largo de los márgenes del río Tepla. Coincidimos con una prueba de triatlón, y varias zonas están acordonadas y prohibido el paso. A pesar de ello, no tenemos más días, así que, como podemos, vamos visitando los sitios más característicos de esta ciudad balneario: el hotel Pupp, el Pabellón de las Fuentes Termales, las columnatas del Molino y del Mercado, y finalmente nos sentamos un rato en el tranquilo Parque de Dvorák. Anna y Miquel se atreven a probar las aguas termales, entre 20 y 65 º C. Al final, reventados de todo el día para arriba y para abajo, regresamos al hotel. Anna y yo nos quedamos un poco en el bar de abajo del hotel, degustando una maravillosa cerveza negra de barril. Llegada la hora de cenar, sobre las 9, decido que estoy demasiado cansado para volver a bajar y subir los 5 pisos, y prefiero ver el Barça-Betis en mi móvil, mientras Miquel y Anna salen a comprar unas hamburguesas y wrapps al McDonalds cercano. Hoy tocará cena rápida en nuestra habitación....

 

Entrada del hotel Kavalerie

 

 

La habitación de Miquel en el Kavalerie

 

 

 

Aspecto de una de las avenidas de Karlovy Vary, partida por el río Tepla

 

 

Anguila ahumada al aroma de lima, con una cerveza negra de barril.

Un entrante perfecto del restaurante del hotel Embassy

 

 

Medio pato asado crujiente, con col lombarda y sauerkraut, plato tradicional checo

 

 

Aspecto general del exterior del hotel Pupp

 

 

Anna y Miquel jr., en la puerta del Gran Hotel Pupp

 

 

Anna en el elegante bar del hall del hotel Pupp.

Me hizo prometer que, si regresamos a Karlovy Vary, nos alojaremos aquí....

 

 

Una de las placas que recuerdan a los visitantes ilustres del hotel Pupp

 

 

 

Detalle de las casas de Karlovy Vary

 

 

 

Una de las fuentes del Pabellón de las Fuentes Termales, con agua a 56 º C

Anna probando el agua de otra de las fuentes, con la típica jarra de procelana de Karlovy Vary

 

 

La llamada columnata del Parque

 

 

Lunes 26 de agosto. Si bien todos los días de la ruta fueron intensos, este lunes, último de la ruta en coche, sería sin duda especial. Antes de las 17.30 h., teníamos que devolver nuestro Skoda scala en el centro de Praga, lo que nos daba aún mucho juego para aprovechar el día. Cuando preparaba el viaje, barajando otras alternativas, en seguida me decidí por una: visitar el Campo de Concentración de Terezin. La ciudad de Terezin, a 120 km de Karlovy Vary y a unos 60 km al norte de Praga, fue fundada en el s. XVIII por los Habsburgo con el nombre de Theresienstadt, en honor a la emperatriz María Teresa.

El recinto está compuesto por la ciudad amurallada de Terezin, y una pequeña fortaleza a escasos metros de la ciudad, de construcción similar, que sirvió de cuartel militar y cárcel, tanto por los checos como durante la Segunda Guerra Mundial por parte de la Gestapo. Ambos estaban conectados por túneles subterráneos. En el año de 1914 y tras ser condenado a 20 años de prisión, fue recluido en esta fortaleza Gavrilo Princip, responsable de los ataques del Atentado de Sarajevo, donde perdió la vida el archiduque Francisco y su esposa la condesa Sofía, hecho al que se le atribuye ser el detonante de la Primera Guerra Mundial. Princip murió en el año de 1918 cumpliendo su condena. Durante la Segunda Guerra Mundial la ciudad amurallada fue usada como ghetto judío y posteriormente sirvió como campo de concentración. La ciudad nunca tuvo la función de campo de exterminio, pero sirvió de prisión temporal para muchos que sí fueron enviados a otros campos para ser ejecutados. Dada la habitabilidad de la ciudad antes de la contienda, y que los primeros exiliados fueron artistas e intelectuales, el gobierno nazi la usó como propaganda sobre el buen trato y alto nivel de vida que se proporcionaba a los judíos en los ghettos, llegando a engañar a un equipo de inspectores internacionales e incluso filmando documentales preparados, cuando en realidad las condiciones de vida de las personas obligadas a vivir allí era deplorable. Al sur de la ciudad se encuentra un edificio con cuatro hornos crematorios, que hacia el final de la contienda no daban abasto para deshacerse de los fallecidos. Más de 150.000 judíos fueron trasladados al ghetto, de los que murieron aproximadamente 33.000 en Terezín y otros 88.000 fueron deportados a campos de exterminio. Al final de la guerra había 17.247 supervivientes. Tras la guerra la fortaleza se destinó a usos militares hasta que fue abandonada en 1996. Hoy en día está abierta para el público como muestra del holocausto. Anexo a la fortaleza hay un gran cementerio. Actualmente existen varios museos en la ciudad y la fortaleza donde se explica la historia del campo y las personas que allí vivían, incluyendo artículos de la época y reconstrucciones.

Como nos pasó en nuestro viaje a Camboya y la visita a la cárcel de la capital camboyana, la visita a este tipo de recientos siempre es dura. Sin embargo, la única manera de intentar que no se repitan episodios tan graves, es no olvidarlos. La visita nos gustó mucho, y los diferentes edificios y museos están realizados con gran respeto. Nos gustó comprobar especialmente la presencia de escolares (adolescentes) alemanes (la frontera está muy cerca), sobre todo en los tiempos que corren en que, degraciadamente, algunas corrientes políticas se parecen demasiado a las de tiempos pasados, que provocaron el horror que se sufrió en este y en otros muchos campos.

Tras visitar la llamada "pequeña fortaleza" y su museo, hicimos una pausa para comer en un restaurante sencillo del centro del pueblo, el Klobouk, que tiene además la peculiariedad de que forma parte de un proyecto de integración de personas con discapacidades psíquicas. Además de contribuir a una buena causa, comimos un menú del día muy bueno y muy barato. Tras la comida, visitamos el Museo del Ghetto, imprescindible para entender lo que fue Terezin y el holocausto judío.

 

Aspecto general del cementerio de Terezin

 

 

Arbeit macht frei = el trabajo os hará libres,

macabra frase que coronaba la entrada a las habitaciones donde se hacinaban cientos de personas, y que fue usada en la mayoría de campos de concentración nazis.

 

 

Aspecto exterior de los pabellones

 

 

Uno de los túneles que comunicaban Terezin

 

 

 

Aspecto de una de las habitaciones: camastros, mesas y una estufa. En la imagen no se ve, pero había una sola letrina. En este espacio metiron a decenas de personas, hacinadas las unas contra las otras. A mi me recordó mucho las imágenes de la película "La vida es bella"

 

 

 

Aspecto de la enfermería, que debía atender a miles de personas....

 

 

 

Sobrecogedora escultura del campo de Terezin. Autor: Ladislav Chochole

 

 

Uniforme alemán y diversos vestigios de los que eran verdugos

 

 

Uno de los uniformes de los prisioneros

 

 

 

Impactante escultura de una mujer arrodillada, con las manos atadas a la espalda y la cabeza cubierta con un capuchón

Esta "prisionera" puede verse en el jardín de la entrada de la exposición permanente de la llamada Small Fortress

 

 

Los checos son micófilos, y nada más efectivo para "manipular" a los niños, que comparar las setas venenosas con los judíos.

Este libro puede verse en el Museo del Ghetto

 

 

Las estrellas de David, amarillas, con las que identificaban, o mejor, señalaban, a los judíos

Museo del Ghetto. Terezin

 

 

Tras la visita del Museo del Ghetto, tocaba devolver el coche en el centro de Praga, con el depósito lleno. La idea era ir primero al hotel, descargar maletas, etc., y después devolver el coche. Como el lugar indicado era en el barrio de Josevoj, la idea era aprovechar y visitar el barrio judío, antes de que cerraran a las 18 h. (otra vez los horarios checos !).

De camino hacia Praga, ya descubrimos un cambio evidente. Si hasta ahora nuestra ruta había sido tranquila y plácida, a pocos km de Praga la caravana de coches y camiones era considerable. Por suerte, el googlemaps nos iba indicando las rutas con menos tráfico, y así, tras cruzar el río Moldava por el puente de Stefanik, llegamos al barrio de Nové Město (o ciudad nueva) del distrito de Praga 1. Praga es la ciudad más poblada de la República Checa, con 1,2 millones de habitantes, aunque si se suma el área metropolitana, ronda los 2 millones. La mayoría de turistas se limitan a visitar el casco histórico, situado en los barrios de Staré Město (o ciudad vieja), incluyendo el barrio judío (Josevoj), y el barrio de Mala Strana, donde se ubica el famoso "castillo" de Praga. Hay que decir que también se suele visitar parte del barrio de Nové Město (o ciudad nueva), con interesantes museos y/o obras de arte, edificios singulares, etc.

Precisamente, nosotros decidimos pernoctar las tres noches que íbamos a pasar en Praga en el hotel Clement, situado en el Nové Město, pero muy cerca del centro histórico, así como del río Moldava. El hotel Clement es un establecimiento moderno, cómodo y limpio, con un desayuno buffet fantástico, y un personal muy atento. Estuvimos muy bien, evitando además el bullicio de los turistas de noche, en el centro histórico, y teniendo además una serie de restaurantes cercanos, que al estar algo apartados de ese centro, estaban muy tranquilos. Para hacerse una idea, del hotel Clement al famoso reloj astronómico, solo son 1,2 km de agradable paseo.

Tras instalarnos y sin perder tiempo, cogemos el coche y lo devolvemos en la sede de Europcar situada en el barrio de Josevoj. El Skoda scala se ha portado de maravilla y nos "despedimos" de él. A pocos metros, tenemos la Sinagoga Española, pero nos enteramos de que está cerrada por reformas.... No pasa nada. Visitamos la famosa escultura de Kafka, y nos disponemos a visitar el barrio judío: la Sinagona Vieja/Nueva, el Museo Judío y el conocido cementerio.

 

 

Detalle de la habitación de Miquel jr. en el Hotel Clement de Praga

 

 

Anna junto a la famosa estatua de Kafka

 

 

Anna y Miquel jr. saliendo del edificio conocido como Sala de las Ceremonias

 

 

 

Con la kipá, en el inteior de la sinagoga Klausová

 

 

 

El famoso cementerio judío Žižkov, con sus lápidas horizontales. En este cementerio fueron enterradas unas 40.000 personas, entre ellas varios rabinos y estudiosos. Las lápidas masivas y vistosas indican las tumbas de los primeros empresarios judíos. Las lápidas del cementerio son barrocas, de estilo imperio y adornadas con estilos históricos.

 

 

 

Otro aspecto del cementerio, una de las visitas icónicas de Praga

 

 

Tras la visita, regresamos al hotel a descansar hasta la hora de la cena, que el día ha sido intenso. A eso de las 21 h., salimos por los alrededores del hotel, y junto a la iglesia de San Pedro, entramos en el restaurante indú K, The Two Brothers, que además de muy buenas críticas, ha recibido visitas ilustres, como la de los actores Jackie Chan o John Malcovich. Cenamos de maravilla, en un entorno muy típico, que nos trasladó por un momento al lejano Rajastán.

 

 

Martes 27 de agosto. Nuestro primer día entero en Praga iba a estar condicionado a la visita al llamado "Castillo". Hemos contratado una visita guiada y nos recogen en la calle Na Prikope a las 11.15 h. La visita durará tres horas y media, así que desayunamos en el Hotel Clement, (muy bien, por cierto), y decidimos aprovechar el tiempo. Así que, sin más dilaciones, llamamos a un UBER y le decimos que nos lleve al Museo Mucha. Es este el único museo en el mundo dedicado a la vida y la obra del representante del modernismo mundialmente conocido, Alfons Mucha (1860-1939). La entrada no es barata (unos 12 €), pero realmente vale la pena. Nos gustó mucho. Es un museo pequeño y se ve bien en media hora. Las fotos están prohibidas, incluso sin flash.

 

Imagen de la fachada del museo Mucha

 

Salimos y, a pocos metros, ya estamos en Na Prikope, donde nos sumamos a un pequeño grupo compuesto por 4 españoles más y 6 norteamericanos, con la que sería nuestra guía, Sara, que irá haciendo las explicaciones en inglés y castellano, respectivamente. No somos entusiastas de las visitas guiadas, pero tiene sus ventajas, como por ejemplo, a la hora de "colarse" en algunas visitas... Como repiten una y otra vez, el llamado "Castillo de Praga" no es realmente un castillo, sino un conjunto de palacios, monumentos, iglesias, patios, jardines, etc., que ayudan a comprender la importancia y el esplendor históricos de Praga y de Chequia en general. En ese sentido, se considera el complejo como el más grande del mundo, y en la actualidad, sigue albergando la residencia del Presidente de la República. Se empezó a construir en el s. IX, y en su interior alberga la catedral de San Vito, el convento de San Jorge que contiene arte antiguo de Bohemia, la basílica de San Jorge, el Palacio Real, galerías de pintura renacentista y barroca en las antiguas caballerizas del castillo, entre otras muchas cosas. Lo primero que nos vamos a encontrar, va a ser el cambio de guardia. Tras el "espectáculo", entramos en el llamado segundo patio en donde se halla la Fuente de Kohl. Nos informan de que la parte en donde vive el Presidente de Chequia está cerrada por visita oficial, por lo que pasamos a ver una de las joyas del complejo: la catedral de San Vito. Esta catedral católica es el monumento gótico más importante de Praga. Se empezó su construcción en el s. XIV, pero no se acabó hasta princopios del s. XX. Destacan por su belleza sus varias fachadas, especialmente el mosaico del Juicio Final, obra del artista veneciano Niccoletto Semitecolo. También son destacables sus naves de crucería, sus vitrales, la tumba de plata de San Juan Nepomuceno, el Panteón Real o la capilla de San Venceslao, que alberga las joyas de la Corona Checa. Se precisan siete llaves diferentes para poder entrar en la estancia que las custodia desde 1791. Raramente se exponen en público.

 

Anna junto a uno de los soldados, justo antes del cambio de guardia

 

 

Anna junto a la fuente del Kohl, en el segundo patio

 

 

La catedral de San Vito

 

 

 

Vista del interior de la nave central de San Vito

 

 

Preciosos relieves del pórtico de la fachada oeste de San Vito

 

 

Pórtico de la capilla de San Venceslao, en la catedral de San Vito

 

 

 

Tras la visita de San Vito, seguimos la ruta hacia el antigo Palacio Real, sede de los reyes checos hasta el siglo XVI. Este palacio fue construido sobre los restos del palacio románico de Soběslav. Lo más interesante es la Sala Gótica de Vladislav, el espacio arquitectónico laico más grande de toda la Praga medieval (construida en 1487–1500 por Benedikt Rejt) con su curiosa bóveda estrellada. En este lugar, desde una de sus ventanasm tuvo lugar la conocida como "defenestración de Praga", que sucedió el 23 de mayo de 1618, y que fue el desencadenante de la guerra de los Treinta Años. Después, nos dirigimos a visitar la basílica de San Jorge, el monumento más antiguo de Praga, ya que fue fundado en el s. X. Su estilo románico antiguo, se mezcla con capillas góticas y con una fachada barroca. Es un conjunto de gran belleza. El tiempo iba pasando, y toca ahora visitar el famoso "callejón del oro", uno de los lugares más concurridos del complejo del Castillo de Praga. Se trata de un estrecho callejón en el que hay unos 11 coloridos edificios, relativamente bajos, que se construyeron en un inicio para albergar a los guardias del emperador Rodolfo II de Habsburgo y a sus familias. El nombre de "callejón del oro" le viene de los orfebres que se instalaron más adelante. También se conoce como "calle de los alquimistas", en relación a la leyenda de que unos alquimistas se instalaron allí para intentar transformar el hierro en oro y producir la piedra filosofal y el elixir de la vida eterna. En ese mini barrio, vivieron temporalmente escritores famosos, como Kafka y Jaroslav.

 

 

Sala gótica del antiguo Palacio Real

 

 

 

Nave central de la basílica de San Jorge

 

 

Aspecto del famoso callejón del oro, siempre repleto de turistas

 

 

En ese momento, tras la visita al callejón del oro, nos despedimos del resto del grupo y seguimos la visita por nuestra cuenta. Antes que nada, ya son las dos y pico de la tarde y vamos a comer. La opción de salir fuera del complejo, no parece factible, ya que queremos ir a ver las exposiciones de pintura y, como siempre, los horarios checos mandan ! Por ello, comemos en el restaurante café del Palacio Lobkowicz, que también alberga una interesante exposición. Como siempre, comemos bien y bien de precio, a la vez que descansamos un poco, que hace falta. Tras la comida, nos dirigimos al lugar por donde entramos, ya que en las dependencias de la Escuela Ecuestre del Castillo de Praga, hay una exposición temporal de pintura que queremos ver. Por el camino, vamos descubriendo que el número de turistas ha bajado considerablemente, y ya es otra cosa. Pasamos por el segundo patio, en donde se halla la pinacoteca del Castillo, con una exposición permanente de pintura europea de los s. XV al XVIII, con autores como Tiziano, Rubens, etc., y decidimos entrar. La exposición no está mal, pero no es nada del otro mundo. No se permiten fotografías, ni siquiera sin flash. Seguimos camino hacia la Escuela Ecuestre, y "descubrimos" una exposición fantástica sobre el impresionismo esloveno, y aquí sí se permiten fotos. Encantados, seguimos ruta e intentamos ir al museo del Palacio Lobkowicz, pero los malditos horarios hacen que ya no podamos entrar....

 

Detalle de una de las salas de la exposición de los impresionistas eslovenos

 

 

Un fantástico cuadro de Ivana Kobilca (1889), realizado a partir de una fotografía

 

 

 

Otro ricón de la sala de los pintores eslovenos, con algunas muestras de escultura, de la belleza como la de la imagen

 

 

Había llegado el momento de abandonar el complejo del castillo de Praga. Ya eran las 17 h., que para nosotros es pronto, pero allí ya cierran casi todo y algunos hasta cenan. Estábamos reventados, pero aún así, decidimos ir andando, al menos, hasta el barrio de Malá Strana (ciudad pequeña), a los pies del castillo y en la ribera izquierda del río Moldava. Nada más salir del complejo del castillo, hay unos miradores fantásticos, con una vista panorámica de la ciudad de Praga, impresionante. Otra cosa que sorprende al viajero, son los viñedos de San Venceslao, junto a la villa Richter, que en esta época, con la parra verde, le dan una especie de aspecto tropical, muy curioso. Vamos bajando el pronunciado camino, y en pocos minutos llegamos a un parque y seguimos por la avenida del seminario Luzického, hasta encontrarnos con el Museo Kafka, dedicado a la vida y la obra del influyente escritor Franz Kafka. Por supuesto, con los horarios checos, aunque no son ni las 18 h., ya está cerrado, pero la plazoleta en donde se halla tiene un cierto encanto, y decidimos tomar unas bebidas en la terraza, junto a la famosa fuente obra del artista praguense David Černý, que representa a dos hombres orinando sobre el mapa de Chequia, y escribiendo frases en el agua, por medio de un sistema mecánico que mueve las figuras. Sin duda, no deja indiferente a nadie.

 

 

Vista panorámica de Praga desde la bajada del castillo

 

 

La famosa fuente de David Cerný, en la plaza dle museo de Franz Kafka

 

 

Tras descansar un rato y recuperar fuerzas, decidimos intentar regresar al hotel a pie (estamos a 2,5 km), y continuamos el paseo por Malá Strana, hasta toparnos con otro de los hitos turísticos de Praga: la calle más estrecha del Mundo ! La calle en cuestión, de nombre Vinarna Certovka, mide 50 centímetros de ancho y tiene una longitud de 10 metros. Situada entre varias casas cercanas al Puente Carlos, la inhóspita vía se compone de una escalinata de piedra que comunica la calle Luzickeho con el restaurante Certovka, situado en el borde del canal Certovka. Para la comodidad de los viandantes, pero sobre todo por la novedad, se instalaron dos semáforos de tránsito de peatones, uno en cada extremo de la calle, con el que indicar cuándo está libre u ocupada.

Seguimos camino y ya divisamos la Torre de Malá Strana, en donde comienza el Puente de Carlos, en el lado izquierdo del río Moldava. El Puente de Carlos, siempre abarrotado de turistas, es el segundo más antiguo de Chequia (el primero, es el de Písek, que ya visitamos), y conduce hacia la Staré Mesto o Ciudad Vieja. El puente, de los s. XIV y XV, tiene una longitud de 516 metros y una anchura de 10. En el s. XVIII se instalaron las 30 estatuas de estilo barroco que adornan el puente a ambos lados. Una de ellas es la de San Juan Nepomuceno, representado con un halo de 5 estrellas (las que había sobre el río la noche de su asesinato), con un perro a un lado y una mujer (la reina Sofía de Bavaria). La gente suele frotar ambas figuras, de hecho les han sacado brillo de tanto tocarlas, pero dicen que solamente debe tocarse la figura del perro, que representa la fidelidad, si se quiere volver a Praga. Entre leyendas, artistas callejeros, vendedores y turistas, llegamos al final del puente, donde se alza la impresionante torre que sirve de entrada a la Cudad Vieja, y que para muchos es el monumento gótico más bello de la República Checa. Seguimos por la calle Karlova, repleta de restaurantes, bares, etc., hasta la siempre impresionante Plaza Vieja, pasando por el famoso reloj astronómico. Estamos realmente muy cansados, pero a pesar de la gente y el bullicio, siempre hay un rincón que llama la atención y al que dirigir la cámara. Regresamos al hotel a descansar, que nos hace falta. Esa noche, saldremos tarde a cenar. Craso error. No nos "coge" nadie: "kitchen closed", así una y otra vez, hasta que echamos mano de un recurso que suele funcionar: un restaurante chino. Comemos bien y barato. Y vuelta al hotel, que mañana será otro día.

 

 

La calle Vinarma Certovka, la más estrecha del Mundo

 

 

Anna cumpliendo la tradición: tocando el perro de la base de la estatua de San Juan Nepomuceno.

Eso significa que volverá a Praga, aunque espero que no sea como la vez anterior, y tenga que esperar casi 30 años !

 

 

 

Puesta de Sol en el puente de Carlos, desde el lado derecho del río Moldava

 

 

Monumento al maestro Jan Hus, en la Plaza Vieja de Praga.

Jan Hus fue un teólogo y filósofo checo, rector de la Universidad Carolina de Praga. Como reformador y predicador se le considera uno de los precursores de la Reforma Protestante. Sus seguidores son conocidos como husitas. Murió quemado en la hoguera tras ser condenado de herejía en el concilio de Constanza.

 

 

 

Miércoles 28 de agosto. Nuestro segundo día entero en Praga también iba a ser intenso. Empezaremos desayunando de maravilla en el bufet del Hotel Clement, y de ahí, dando un paseo, hacia la Plaza Vieja. No es lo mismo verla a la puesta de Sol, como el día anterior, que con la luz radiante de la mañana. Nuestra primera parada será en el Palacio Kinských, del s. XVIII, en plena Plaza Vieja y una de las sedes de la Galería Nacional Checa. En esta ocasión, pudimos ver en este palacio de estilo rococó, una exposición temporal sobre los pintores impresionistas franceses, como Monet, Pissarro, Renoir, Gauguin, Degas, etc. La entrada costaba 280 coronas, poco más de 10 €. Muy interesante.

 

El imponente edificio del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja

 

 

 

Fachada del Palacio Kinských, que albergaba a exposición sobre los impresionistas franceses

 

 

 

Unas turistas japonesas contemplan este fantástico lienzo de Gustave Courbet

 

 

Excelente obra de Honoré Daumier, donde un luchador espera su turno........

 

 

 

La delicadeza de Auguste Renoir en sus retratos es impresionante

 

 

 

 

Colorido liezo de Paul Gauguin, representando a Adán y Eva, preludio de lo que sería su obra polinésica

 

 

Tras la visita, al ser las 11 menos diez minutos, surgió la ocasión de contemplar "la hora" en el famoso reloj astronómico. Se trata de un reloj medieval (s. XV) situado en la fachada sur del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja. Los tres principales componentes del reloj son: (1) el cuadrante astronómico, que además de indicar las 24 horas de día, representa las posiciones del sol y de la luna en el cielo, además de otros detalles astronómicos; (2) las figuras animadas que incluyen "El paseo de los Apóstoles", un mecanismo de relojería que muestra, cuando el reloj da las horas, las figuras de los doce Apóstoles; y (3) el calendario circular con medallones que representan los meses del año. Las cuatro figuras que flanquean el reloj son cuatro alegorías. De izquierda a derecha son: la Vanidad, representada por un hombre que sostiene un espejo; la Avaricia, representada por un comerciante judío con su bolsa; la Muerte, representada por un esqueleto con un reloj de arena; y la Lujuria, representada por un príncipe turco con su mandolina. Cada hora entre las 9 de la mañana y las 9 de la noche, las figuras se ponen en movimiento. El vanidoso se mira en el espejo, el avariento mueve su bolsa, el esqueleto blande su guadaña y tira de una cuerda, el lujurioso mueve la cabeza para mostrar que acecha siempre. Todas las figuras mueven sus cabezas negativamente, excepto la de la Muerte, simbolizando que ella tiene siempre la última palabra. Además, las dos ventanas se abren y empieza "El Paseo de los apóstoles". Los doce apóstoles desfilan lentamente asomándose a la ventana precedidos por San Pedro, gracias a un mecanismo circular en el interior sobre el que están ubicados seis a cada lado. Cuando las ventanas se cierran, un gallo (añadido en 1882) aletea y canta, después suenan las campanas en formato de 24 horas.

 

 

Detalle del famoso reloj astronómico de Praga

 

 

Tras el espectáculo del reloj, decidimos acercarnos al Klementium, para ver su biblioteca, pero hay cola y la visita ha de ser necesariamente guiada, por lo que declinamos y optamos por cruzar de nuevo el puente de Carlos (esta vez, de día), y pasear por la parte de Malá Strana que no habíamos hecho, por la zona de la isla de Kampa. Pasamos por el puente al lado del molino de agua del Gran Prior, con la figura de un enigmático gremlin, y llegamos al muro de John Lennon. Se halla en la plaza Velkopřevorské, frente a la embajada francesa. El muro pertenece a los Caballeros de la Orden de Malta, que toleran sus graffitis. El origen del muro se remonta a la fecha en la que John Lennon es asesinado en 1980. El cantante era venerado como un héroe por los pacifistas del centro y este de Europa, en una época en la que las autoridades comunistas de estos países prohibían incluso la reproducción de las canciones del mismo por su mensaje considerado como subversivo. Tras la muerte de Lennon, en el muro apareció un retrato del artista junto a pintadas con frases desafiantes hacia las autoridades, y aunque estas las borraban, volvían a aparecer. Hoy en día es considerado, además de un homanaje al miembro de los Beatles, una especie de santuario a la libertad. Seguimos paseo y tomamos algo para sofocar el calor, que es mucho.

 

 

El famoso muro de John Lennon con músico callejero incluido, tocando, cómo no, una canción del mito

 

 

 

Iglesia de Nuestra Señora de la Cadena (o bajo la cadena)

Es la iglesia más antigua de Praga y se yergue sobre una plazoleta situada al este de la plaza de Malta. Esta amplia basílica románica fue erigida por los caballeros de Malta, reconstruida en estilo gótico en el s. XIV y luego reformada en estilo barroco a mediados del s. XVIII. El nombre hace referencia a una cadena que se usaba para frenar a los barcos que iban por el río para que pagaran un peaje.

 

Ya recuperados, regresamos por el puente de Carlos, y la calle Karlova, hasta la Plaza Vieja, pero esta vez, seguimos por la calle Celetná, hasta la famosa Torre de la Pólvora, preciosa tore gótica del s. XV, que daba la entrada a la Ciudad Vieja. Giramos por la calle Na Příkopě, ya en la parte nueva de la Ciudad Vieja, y por la calle Panská (donde está el museo Mucha), llegamos a la calle Jindřišská, en donde está el restaurante que escogí para comer: el Tiskarna. Me lo habían recomendado mucho, y la verdad es que estuvieron acertados. El local es joven y moderno, y el servicio, muy amable y atento. El plato más caro de la carta, son 18 €. Nosotros pedimos un entrante a compartir, tres platos principales, y tres bebidas (cerveza negra de barril), y nos salió por 15 € por persona. Genial ! Nada más entrar, Anna pidió una cola zero, y le dijeron, amablemente, que allí solo se servían productos checos. Empezaba la cosa bien ! Sin duda, el mejor restaurante de todo el viaje. Todo muy rico y hecho a la vista (teníamos la cocina muy cerca, y está a la vista de los comensales).

 

La imponente Torre de la Pólvora, una de las 13 puertas originales de la Ciudad Vieja

Debe su nombre a su uso como almacén de pólvora durante el s. XVII

 

 

 

Comida en el Tiskárna: goulash de ternera con knedlíks (dumplings, en inglés).

Aunque el goulash es de origen húngaro, es muy apreciado en Chequia. Es un plato fuerte, consistente, pero muy sabroso.

Los knedlíks (podria traducirse por "empanadillas"), aunque algo sosos a nuestro paladar, son imprescindibles en la gastronomía checa, sobre todo para acompañar platos de carne con salsa. Se hacen con pan de día anterior, leche, huevos y mantequilla.

 

 

Para acompañar el gulash, nada mejor que una jarra de medio litro de cerveza negra de barril artesana, de sabor aromático y agradable, con una graduación de 4,5 º. En la República Checa hay reputadas marcas de cerveza, tanto rubia como negra, pero recomiendo probar la de barril, artesanal o casera, que suelen tener casi todos los locales que se precien.

 

 

 

Miquel jr., pidió otro plato impresionante: panceta guisada en cerveza negra, con espinacas y pure de patatas con queso y bacon

 

 

Tras la comida, teníamos que dirigirnos a la Plaza de la República, ya que a eso de las 15 h. nos recogen para ir a dar un paseo en barca por el río Moldava, gentileza de la agencia Viajeauto. Como todavía tenemos tiempo, damos un paseo para bajar la comida, parando un instante junto a la Torre de Jindřich (o Torre de Enrique), torre gótica del s. XV, en donde en la actualidad hay una tienda, una sala de exposiciones y un restaurante. Seguimos hasta el parque de la Estación (Vrchlického sady), ya en la Ciudad Nueva, y descansamos un momento en un banco, cerca de la estatua Sbratření, de Karel Pokorný, en la plaza Česká Třebová. Se trata de una curiosa estatua dedicada a la fraternidad, en la que se muestra a dos soldados besándose. Seguimos ruta, ya que en la zona se concentran varios vagabundos, y pasando por la oficina de Correos, llegamos de nuevo a la Torre de la Pólvora, y de ahí, a la Plaza de la República. Antes de que nos recojan, aún tenemos tiempo de entrar en la Casa de la Ciudad, el referente artístico más importante de la capital de Bohemia. Este hoy en día auditorio, se considera la obra más importante del modernismo checo. En este edificio, el 28 de octubre de 1918, fue proclamada la 1a. República Checa. Nosotros entramos en su cafetería, delicadamente decorada. Una maravilla. Sin más dilaciones, nos subimos al autocar de la compañía Sightseeing Tours, que nos llevaría hasta un embarcadero en la ribera derecha del río Moldava, para un paseo que, la verdad, fue muy relajante. Además, íbamos en un barco mediano y con no demasiada gente. Desde el Moldava, pudimos ver otra vista de la ciudad, además de observar algunas aves que viven en el río.

 

La Torre de Jindřich

 

 

La escultura denominada "Sbratrení", de Karel Pokorný, en la plaza Ceská Trebová

 

 

 

Fachada principal de la Casa Municipal de Praga, en la Plaza de la República

 

 

 

 

Anna y Miquel jr. en el interior de la cafetería modernista de la Casa Municipal

 

 

 

Anna en el paseo en barco por el río Moldava

 

 

 

Un cisne (Cygnus olor) se acerca a nuestro barco.

Es una de las aves más comunes en el río Moldava a su paso por Praga, aunque también se ven gaviotas comunes y cormoranes (tan lejos del mar !), pollas de agua, ánades reales o porrones moñudos

 

 

Imagen panorámica del Puente de Carlos visto desde el río Moldava

 

 

El paseo duró más o menos una hora y media, y como el embarcadero estaba bastante cerca del hotel, regresamos a descansar un rato, que el día había sido - de nuevo - muy intenso. Para nuestra última noche, preparé una sorpresa. Como se suele decir, matar dos pájaros de un tiro. Para descansar de la comida checa (más, siendo una cena) busqué información de los restaurantes vietnamitas mejor valorados, y escogí ir al restaurante Yori, en la Ciudad Nueva. Así que, pedimos un UBER y para allá que vamos. Se trata de un moderno restaurante vietnamita, aunque también tienen platos tailandeses y japoneses. Cenamos de maravilla, y como de costumbre en Chequia, a muy buen precio. Además, está muy cerca del singular edificio conocido como "Dancing House". La casa danzante (en checo, Tančící dům) es un edificio deconstructivista de Nationale-Nederlanden situado en una parcela frente al río Moldava. Fue diseñado en 1992 por el arquitecto checo-croata Vlado Milunić en colaboración con el canadiense Frank Gehry, y terminado en 1996. El diseño, no muy tradicional, fue polémico en su momento porque la casa destaca entre los edificios barrocos, góticos y de Art Nouveau del céntrico distrito Praga 2. El entonces presidente checo, Václav Havel, que vivió durante décadas junto al edificio, apoyó activamente este proyecto con la esperanza de que el edificio se convirtiese en un centro de actividad cultural. Originalmente fue llamado edificio Fred and Ginger, por los famosos bailarines Fred Astaire y Ginger Rogers, ya que la sensación que evoca la construcción es de una pareja de bailarines, pero este nombre rara vez se utiliza. Un par de fotos, y otra vez con UBER, vuelta al hotel.

 

El conjunto de edificios conocidos como "Dancing House", símbolo de la Praga moderna

 

 

Jueves 29 de agosto. Hoy toca regreso a casa. Desayunamos por última vez en el buffet del hotel Clement (muy recomendable), y nos recoge un conductor que ya habíamos contratado con nuestra agencia. Cansados y cargados, no es cuestión de liarse con metros, tranvías, etc. Llegamos al aeropuerto y, tras embarcar, esperamos la salida de nuestro avión de Czech airlines, previsto para las 11.25 h. Aún me da tiempo a "cambiar" mis útimas coronas por algunas latas de cerveza checa. Llegamos a Barcelona sobre las 14 h. Comemos algo en el aeropuerto (aquí descubrimos que la relación calidad-precio de Chequia, ya quedó atrás....), y recogemos nuestro coche que nos traen los empleados de Aparca & go, servicio que solemos usar siempre. Fin del viaje.

 

 

Y me despido con una imagen panorámica de Cesky Krumlov, quizás el lugar más bello de los visitados durante nuestra ruta por la República Checa.

 

 

Hasta la próxima !!!

 


Mi agradecimiento al amigo Carlos Miñarro por la revisión del texto

 

Las imágenes de esta crónica han sido realizadas con diferentes equipos:

Miquel À. Pérez-De-Gregorio: Samsung Galaxy S9 + y Nikon D7200 + Tamron 18-400 mm

Miquel À. Pérez-De-Gregorio jr.: Nikon coolpix L820

Queda prohibida su utilización sin el consentimiento expreso de sus autores (c)

 

 

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